Hace poco más de un mes, el Papa Benedicto XVI visitó nuestra ciudad. Más le valdría haberse quedado en su casa. Antes de pisar tierra ya lo habíamos dejado impotente para toda la vida. Sí, como lo oyes im-po-ten-te. Un grupo de infieles convocados a través de internet nos dimos cita a los pies del Totem-Torre Agbar para conectar nuestras mentes y cuerpos hasta provocar una descarga eléctrica que terminó, de golpe y porrazo, y para siempre, con toda la potencia (y poder) del Papa…