Des-bordes es una revista digital impulsada desde la Red Conceptualismos del Sur (RedCSur) que se propone incitar cruces entre investigación comprometida, análisis crítico de los conflictos políticos actuales, cultura visual y prácticas artísticas. Pensamos Des-bordes como una plataforma porosa donde expandir afinidades y contagios de la RedCSur, como un modo de desbordarla. En este sentido Des-bordes está atravesado por la pregunta sobre cómo habitar fronteras pero también sobre cómo desdibujarlas, para desbloquear los tráficos indóciles entre el pensar y el hacer, que nos ayuden a afrontar el presente.
La revista surgió en el año 2009 y fue concebida desde sus inicios como un “dispositivo abierto a fin de propiciar intercambios, debates y ejercicios de pensamiento colectivo entre quienes participan o no de nuestra Red, pero se ven interpelados por sus ‘incitaciones’”. Pensada como una iniciativa editorial descentralizada, en la que el grupo a cargo de la propuesta editorial de cada número era rotativo, incluía también una versión descargable que podía imprimirse en papel y difundirse libremente en cualquier parte, en la medida que, en sus inicios, la publicación se pensó a sí misma como un modo de intervención específica en congresos, exposiciones y acontecimientos de coyuntura. Durante el año 2009 alcanzó a sacar dos números: el número 0 salió en enero bajo el detonante “resonancias de los límites del arte y la política” y el número 0.5 en junio, cuya incitación fue “El espectro Rojo”.
A diez años diez años de esas primeras incitaciones, la RedCSur retoma el impulso y los lineamientos generales de aquel proyecto inicial de Des-bordes en un tiempo histórico que necesita todas nuestras voces y cuerpos, un tiempo histórico que llama a tomar posiciones que desarticulen las confrontaciones binarias, que llame a la porosidad, a la contaminación, que nos permita deslizarnos hacia nuestra precariedad en lugar de atrincherarnos en una posición unívoca. Des-bordes asume la complejidad sin temer a posicionamientos claros. Si bien la revista funciona en formato de plataforma digital, o sea “deslocalizada”, Des-bordes, se piensa situada al mismo tiempo que translocal.
Retomamos entonces el desafío de abrir este espacio con el número 0.6. La numeración de la revista obedece a una fórmula matemática que busca introducir el azar y salir de la lógica de los valores numéricos discretos, distintos y separados, como un modo de introducir un tiempo no lineal, expuesto a la demora, a la irregularidad de lo orgánico. Pensamos la publicación como un organismo vivo. Cada número podrá continuar sumando contribuciones y abriendo espacios de debate con diferentes materiales, así como activando contenidos en diferentes contextos. Lejos de pensar la publicación de cada número como un proceso que se cierra en el momento de su salida pública, la imaginamos como un cuerpo que va reconfigurando su forma una vez planteada una serie de primeras contribuciones.
El presente número de Des-bordes se estructura en dos ejes: Conexiones Sur-Este y Ecologías de la acción. Ambos ejes se inscriben dentro de una reflexión más amplia sobre formas de ecosistemas caracterizados por un “espíritu” no-alineado. Estos ejes no pretenden ser exhaustivos sino más bien fragmentarios y abiertos, más guiados por lo errático de una cadena de hallazgos, retrasos y encuentros que por una coherencia sistemática. Comenzamos a pensarlo a inicios de 2018, cuando aún no se avizoraban los levantamientos populares e indígenas que han remecido distintos puntos de la región como Haití, Ecuador, Colombia, Chile o Bolivia, introduciendo un quiebre a la normalidad democrática y neoliberal, alzándose como un gran NO a distintas formas de violencia económica, contra la precarización de la vida y pactos transnacionales. Aunque a inicios de 2018 no podíamos imaginar este cambio de escenario, las resonancias de este número para nuestro presente no son pocas.
Varios de los textos reunidos en este número, abordan conflictos territoriales en Colombia, Chile, Bolivia y Paraguay, señalando tensiones y experiencias de lucha que nos muestran que los estallidos de hoy son la agudización de procesos de más larga data. La solidaridad internacional, la importancia de recoger y resignificar una política no-alineada en un mundo que ha pasado de ser bi-polar a multi-polar, pueden a su vez, ser claves para trazar diagonalmente epistemologías y políticas que sigan otras rutas que nos permitan asomarnos al desborde de las estructuras conocidas que sostenemos y nos sostienen.
Al mismo tiempo hemos buscado proponer una posición Sur-Este como modo operatorio para ensayar perspectivas históricas descentralizadas / pluricentradas, un posicionamiento desde el que, como Red, nos hemos enunciado y afectado, a partir del cual trabajamos.
Esta posición Sur-Este no está deslindada de una reflexión profunda sobre nuestro-estar-en-el-mundo. Es así que no podemos dejar de plantear respuestas a las formas neo-extractivistas globales, centrales para los procesos de acumulación del capital trasnacional, y que se ven confrontadas día a día desde conflictos territorialmente anclados. Resulta urgente entonces amplificar aquellas experiencias situadas, trans-bio-regionales que apuestan a reconfigurar el presente.
Conexiones Sur-Este
La conexión aparece hoy como el modo privilegiado de funcionamiento en un mundo definido como tecno-social. Estamos conectadas y conectados, conectades, casi a pesar nuestro aún cuando hayamos ya superado las infundadas promesas de un mundo mejor que internet traía bajo su brazo. Estamos conectadas y conectados, pero ello, como sabemos, no garantiza per sé ni la deconstrucción de las matrices de poder, ni la constitución de una comunidad ni la construcción de ecosistemas solidarios y pluricentrados. Sin embargo, más que una crítica de la tecno-razón, lo que aparece como sustrato de esta sección de Des-bordes 0.6 es, antes que nada, nuestra preocupación por impulsar, desarrollar y afianzar lazos, diálogos y conexiones de colaboración y acción en el presente.
Para ello, nos libramos a un ejercicio doble. Por un lado, ir hacia el pasado, hacia un tiempo pre-internetiano, como acción crítica del presente; por otro lado, apelar a las nociones de este y sur como dos nociones operatorias. Por ello, cuando hablamos de las conexiones Sur-Este nos estamos refiriendo a construcciones que desarticulan las definiciones nacionales, afirmándose ya sea como configuraciones regionales, ecosociales, ideológicas y/o geopolíticas. No desconocemos que los cruces entre lo que llamamos este y lo que llamamos sur, están sobre-determinados por imágenes a priori. ¿En qué medida la noción de “este” ha quedado anclada a los imaginarios de la guerra fría? Y la noción de sur, ¿ha perdido potencia crítica para devenir una moneda de intercambio simbólico en los proyectos culturales críticos?
Sin embargo nos ha parecido fundamental pensar cómo se inscriben hoy estas construcciones geopolíticas en los debates post-socialistas y decoloniales/poscoloniales.
Es así que proponemos “volver al pasado” y bucear en las nociones de solidaridad y cooperación internacional que atravesaron las prácticas y redes artísticas y políticas en los años setenta y sobre los debates en torno a la decolonialidad y el descentramiento de las formas euronorteamericanas de fijar categorías y modos de hacer, como claves para pensar nuestra contemporaneidad.
En “Zonas de contacto entre América Latina y Europa del Este”, Cristina Freire, analiza el éxito que pudieron alcanzar las colaboraciones entre artistas y la puesta en circulación de informaciones y proyectos en las décadas de 1960 y 1970, a través de la actividad del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de São Paulo (MAC-USP) y de la figura de su director de la época, Walter Zanini.
Por su parte, Katarzyna Cytlak, en su texto “Redes marginales. La especificidad de los intercambios postales y las colaboraciones del arte correo entre Europa del Este y América Latina, 1969-1989”, sitúa las redes de arte correo como una instancia anti-institucional permitiendo crear espacios alternativos y esquivar las formas de control estatales (como una forma de antagonizar antes que una ideología con la práctica de poder autoritaria).
El texto “Redes artísticas. Sus afectos y formas de traducción” de Paulina Varas, aborda la construcción de una subjetividad política movilizada por lazos afectivos más allá de la presencia corpórea en las redes de arte correo. Entendiendo el envío como una forma de establecer relaciones entre pares de diferentes lugares antes que una mera manera de poner en circulación una obra o una información. Allí el afecto más allá de los cuerpos se vuelve un vector de construcción de comunidad.
A partir de un análisis del Movimiento de Países No Alineados (MPNA) y de su historia, Bojana Piškur propone observar las posibilidades pero también los riesgos de una actualización de los principios que sustentaron aquel movimiento. El texto “No Miramos Hacia el Este Ni Hacia el Oeste; Miramos Hacia Adelante” define perspectivas potenciales del legado del MPNA.
En su investigación sobre formas de solidaridad entre el pueblo yugoslavo y el de América latina Jelena Vesić plantea un interrogante que ha regido y rige nuestras preocupaciones desde Des-bordes y que está implícito en el conjunto de textos de esta sección: “¿Es posible expresar solidaridad en el tiempo más allá de la mera conmemoración?”. Esta pregunta resulta el eje central del texto “Trayectorias de Solidaridad en el Tiempo: la Semana de América Latina en Belgrado, Centro Cultural de Estudiantes, 1977”.
Como forma de contrapunto, el texto de Tjaša Kancler “Hacia una ‘academia’ No-eurocéntrica” se centra en prácticas artísticas contemporáneas que se construyen en la intersección del análisis teórico, las prácticas sociales de resistencia y las políticas estéticas, proponiendo una deconstrucción de los imaginarios que la academia eurocentrada continua produciendo en torno al “Este”, dislocando condiciones dadas y abriendo nuevos espacios de movimiento y acción entre el Sur global y el Este.
Ecologías de la acción en tiempos de neo-extractivismos/ neocolonialismos
Las ecologías de la acción también nos llaman a una conexión, nos interrogan sobre la cualidad de una conexión. Como señalan algunos autores, la crisis ecológica del presente, la escala de su devastación, no se parece a ninguna de las crisis económicas o bélicas que hemos conocido hasta ahora, sin embargo, parece que resulta muy fácil dejar de prestarle atención, o dedicarle una atención intermitente, pasajera. Parece haber una completa desconexión entre la escala de la crisis y los hábitos de pensamiento, el repertorio de afectos y acciones que requeriríamos para responder a ella. Es como si nos moviéramos en un péndulo, entre la impotencia frente a la magnitud del desastre y ese zumbido ineludible que traen las preguntas ecológicas una vez que se introducen en nuestros patrones de pensamiento, modificándolos de modo irreversible. Pero no son sólo preguntas, si no también realidades materiales, que nos muestran que lo que parece lidiarse en una abstracta, lejana, dimensión macropolítica, está ya de manera irreversible, intoxicando nuestros cuerpos, socavando los cercos antropocéntricos de la política, obligándolos a repensar lo que palabras como “desarrollo” hacen y sancionan. Elaborar este número de Des-bordes implicó atravesar, lidiar con esa razón pendular. Si en un comienzo se planteó como un cruce entre visualidades críticas y ecología necesariamente tuvo que ser desbordado para ampliar la discusión hacia otros debates epistemológicos y conflictos territoriales.
La ecología está moviendo y rediagramando fuerzas políticas. Nos encontramos en un momento de declive de Estados Unidos y emergencia de China como nuevo centro del capitalismo global. Un desplazamiento de los actores geopolíticos que tienen a América Latina como uno de sus escenarios de disputa. Proyectos como IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana), consensuado por varios gobiernos latinoamericanos en el año 2000, suponen una importante inversión de capitales chinos en la región, para facilitar la extracción y exportación de materias primas hacia otros continentes.
Simultáneamente los procesos constituyentes en Bolivia y Ecuador, que dieron lugar a Estados Plurinacionales como potencial estallido, desde dentro, de la noción monolítica y vertical de Estado Moderno, abrieron camino a los Derechos de la Naturaleza, otorgándole el carácter de sujeto con derecho a ser defendida y restaurada.
Inclusive el Vaticano ha entrado en la escena con la encíclica Laudato si, que plantea un cuestionamiento del modelo de desarrollo extractivista. En un gesto que busca disolver la oposición entre cuestiones ecológicas y cuestiones sociales, ha planteado que es necesario responder al llanto unificado de los pobres y de la tierra (que en una deriva queer de desorden de los parentescos nombra como Hermana-Madre Tierra). Sin embargo, la Iglesia Católica no sólo se desentiende aquí de haber sido el principal agente colonizador que derribó los altares de los cultos a la “Madre Tierra”, sino que también su llamado a cuidar la casa común, es decir el planeta, va fuertemente asociado a la preservación de la familia tradicional. El progresismo ambiental del Vaticano abre simultáneamente el terreno para políticas regresivas en términos de género y sexualidad (en la cruzada del vaticano contra la llamada “ideología de género”).
La crisis ambiental en que vivimos es también una crisis epistemológica, que nos fuerza redefinir lo que entendemos bajo el binomio naturaleza/cultura, a reaprender lo que comprendemos por territorio, por comunidad política, por disponibilidad, por sujetos de derecho; nos obliga a desnaturalizar los órdenes geo-temporales que organizan nuestro presente. Las teorías sobre el Antropoceno, como denominación de la era geológica en curso, cuyo elemento distintivo sería que la principal fuerza geológica que modifica la Tierra a escala planetaria es el accionar de la propia especie humana, han tenido una recepción importante en los debates regionales, pero también han comenzado a ser cuestionadas. Desde la historización de racismo, por ejemplo, se ha planteado que la discusión sobre los sujetos no humanos desplaza el debate sobre las lógicas racistas de la modernidad. Otro peligro es la igualación entre sujetos subalternos y naturaleza, en un contexto como el de América Latina donde el debate sobre racismo y el debate sobre las teorías antropocénicas parecen estar diferencialmente legitimados ¿Están siendo igualadxs naturaleza y humanos, no como sujetos, sino como cosas? ¿Qué lugar tiene en esto el debate sobre el Antropoceno, y que nos dice que haya calado muy bien en el eurocentrismo?
Los artículos que componen este número 0.6 de Des-bordes, conviven perspectivas distintas en relación a estas tensiones, que buscan aportar a estos debates.
Así, este eje incluye un primer grupo de textos ensayísticos, que abordan algunas discusiones político-epistemológicas que ofrecen distintas entradas para pensar la devastación ecológica que habitamos y que, desde diferentes ángulos, plantean una discusión con el paradigma del Antropoceno: “Pensamiento tentacular: Antropoceno, Capitaloceno, Chthuluceno” de Donna Haraway (próximamente en línea), “Reactivando el animismo” de Isabelle Stengers, “15 tesis sobre el colapso ecosocial” de Jaime Vindel.
Los textos “Tanto lo uno como lo otro: entre la cultura digital y el pensar con los pies en la tierra” de Angélica Muñoz e “Inestable. Aproximaciones poéticas a la masacre de Curuguaty”, de Damián Cabrera, interrogan la matriz colonial que distribuye lo visible y lo invisible a la hora de representar la “naturaleza” y la responsabilidad de las políticas de la imagen frente a las políticas neo-extractivistas.
Otro grupo de textos, presentan la práctica artística como proceso etnográfico y producción de archivo (y por lo tanto de conocimiento), en ciudades- puerto y sus entornos (no casualmente ambas experiencias invocan los efectos de IIRSA); el texto “Investigación expandida: acerca de DéTour [etnografía y derivas]”, de Jocelyn Muñoz, “Buscando el río en la ciudad” de Carolina Andreeti y “¡Puerto Piojo Existe!” de Mabel Tapia.
Otro conjunto de textos escritos con los pies en diferentes territorios, abordan las ecologías de la acción que se producen en aquellos espacios de conflicto, planteando saberes, contra-imágenes, modos de hacer y de construir alianzas que se negocian desde las zonas apartadas, reducidas a un estado de excepción ecológico. “¿Qué pasó en Curuguaty?” de Rocco Carbone y Clyde Soto, plantea cómo la masacre de Curuguaty que tuvo lugar en Paraguay en 2012 significó la imposición de una “verdad” falsificada sobre la masacre, para normalizar el despojo de tierras, de vidas y de todo el proceso de difícil construcción democrática en el Paraguay, marcando un punto de partida de la diversificación de las tecnologías golpistas a lo largo del continente. “El nuevo diseño jurídico y las segunda etapa de movilizaciones indígenas en el Estado Plurinacional de Bolivia” de Pedro Pachaguaya, muestra el rol que ha tenido en Bolivia el reconocimiento constitucional de la justicia indígena en la construcción de una plurinacionalidad desde abajo, mostrando que los pueblos indígenas, sus demandas, luchas y contradicciones, no pueden ser totalizadas por las estructuras estatales-partidarias. “La criminalización y el miedo hacia el pueblo mapuche como instrumentos políticos del Estado chileno” de Francisca Fernández Droguett y “¿Del «consenso de los commodities» al «consenso anti-indígena»? Viaje al corazón de Vaca Muerta”, de Maristella Svampa; muestran la entramada relación entre la criminalización de la lucha del pueblo mapuche y el modelo extractivista a ambos lados de la cordillera de los Andes. Por último, la entrevista de Jimena Andrade a Jaime León, “Mirada retrospectiva a un círculo vicioso. Una entrevista con Jaime León para entender por qué en Colombia #NosEstanMatando”, aborda y contextualiza en una trama histórica más amplia, el continuo asesinato de líderes sociales en Colombia.
Incluimos también la serie fotográfica de Pablo Piovano “El costo humano de los agrotóxicos” junto a un Texto de Hernán Cardinale, que señaliza el dispositivo de guerra y exterminio que opera en el modelo corporativo agroindustrial implementado en la región hace años.
Después de diez años, Des-bordes regresa en medio de estallidos populares, marcados por lo imprevisible, por la incertidumbre de lo que se resiste a tomar el cauce de lo ya instituido, por una intransable desconfianza en las formas políticas y simbólicas de la representación política. Quizá nuestra tarea no sea ni más ni menos sostener la incertidumbre y que lo nuevo pueda emerger. A Des-bordar!